DO MACACO COM AMOR! – MARY PILOT & MONO NEGRO [tRADUCCIÒNES DISLÉxICAS]

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iMAGEN: E. Manguera, 2016 ©

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Os outros

Eu não sei por que o falar de outros fizo que desejar-nós máis.

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Dormindo com fantasmas II

Prometo não falar da grande pessoa que Vc era pra que a lembrança de teu fantasma não te atormente, agora que Vc és um esqueleto.

Segundo tempo

Eu também queria regressar por Vc, como Salvador faria por ela.

Percebi que ele traz todas as de ganar; mas esqueci que Vc a mim ja não me esperavas.

….

Celebrar uma memoria

As pessoas mais fortes que conheço nunca diseeram adeus!

Só eles se foram.

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Texto original en español publicado en Revista Dislexia nùm. 3, año 2016, por:

Mary Pilot Olivares, 2016.

Traducciòn al portuguès a cargo de:

El Mono Negro A.C.

ETERNO RETORNO – PEDRO SALVADOR ALE [POETAS DISLÈXICOS]

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iMAGEN: E. Manguera ©

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El tejido de mis venas sostiene
semillas de muerte,
a duras penas florecen niños,
libros o sueños:
el asombro del ciego
que se mira por dentro
en los ojos de un dios
que no ve por el misterio
que una memoria guarda
contra su reino.
¿Quién hizo lo suficiente?
Andar con la desnudez prestada
lloverse de ternura
con un sueño roto cada día.
¿Cómo me trató el tiempo,
la tormenta, lo justo y la gracia,
el peso de la historia,
la fragilidad de todo,
quién me podrá juzgar?

Ya no espero zapatos nuevos
para andar
sobre el abismo
ni quiero saber
si soy un vuelo,
si tengo que dolerme
del tiempo:
si el amor, las mentiras,
el abandono
con su raíz terrestre,
escriben
la sombra invisible
el olvido

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«Deslumbramientos de Travesía»

Pedro Salvador Ale, 2016.

ASTROLOGÍA PARA VOS – SAMANTHA MUÑIZ HERNÀNDEZ [GEROFANTAS DISLÈXICAS]

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iMAGEN: E. Manguera, 2016 ©

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En tu cosmos hay un paréntesis tangible que consta de dos labios carnosos y suaves, destinados a mi boca que tanto te persigue. Un razonamiento que no es ni lógico ni verbal, más bien sentimental ya que tu belleza divina merece más que un pedestal, más que un simple término universal para que todos sepan lo que vos es en realidad, esa peculiar oscuridad que emanas cada que vas a bostezar, cada madrugada cuando el insomnio os vence su soñar. Años de investigación, de mucha observación con poca experimentación me han dado un indicio de que encontré la razón sin tanto alboroto o desafíos, más bien siguiendo el camino que recorres en cada minuto, en cada segundo, en muestra del destino. Bastantes maestrías, unos doctorados y miles de  teorías para comprobar lo que mi alma ya deducía desde el momento en que sus ojos se cruzaron en mi mirada. Desconcertada, alertada e impactada me dirigí a resolver el primer enigma, que para los colegas simbolizaba un gran dogma, de esos que no son usuales en este mundo de mortales, haciendo una excepción en este curioso caso que por prolongado tiempo fue mi única obsesión; esos ojos preciosos dignos de la Creación suprema de Dios. Arriesgada la decisión pero miserable la otra opción, mi vida tornaba sentido a la maravilla de la gran constelación de Orión, que poco después se tornó en una alucinación más por consecuencia de ver el cielo mil veces esperando que tus ojos reflejaran que valió la pena el esperar que regreses. Así fue, lo que parecía mi perdición llego a ser mi fabulosa profesión, mi argumento sin introducción más corta que el deseo de mirar tu pose al estamparte en una estrella blanca frente a la Luna terrestre. Toparme con vos no fue una casualidad, pero si una causalidad, esa de volver a mirar tus ojos como el borde de una galaxia, tus besos como el color de esa constelación; brillante, alarmante, imponente y un tanto embriagante, sonando como a César y Atenas plasmados en una obra de arte, no superior al beso de aquel instante, donde chocaste tus labios generando un nuevo occidente, con más planetas gigantes, más estrellas fugaces, más lombrices renacientes, con nuevos antecedentes, como resultado de un accidente, aquel de un choque de galaxias para hacer millonadas de estrellas. Como acordes de guitarra, deslizaste tu mano en mi vientre, tratando de enmascarar una agente inteligente, donde entendiste el interés por descifrarte, por convencerme que mi mente estaba limitada de norte a sur y de oeste a este, que mis puntos cardinales solo eran letales si no miraba más allá de largas piernas y profundas cicatrices. Solo vos sabe qué pasó esa noche de experimentación, donde mis ahora colegas duermen en cohetes y algunos asteroides. Pierden su tiempo fotografiando a la Andrómeda o la Vía Láctea, porque se detienen en el confort de lo fluorescente y lo diferente, jamás en lo imposible o en lo inimaginable, ya que algunos idolatran a una Luna que resulta la sombra de un Sol. Patéticos ellos, porque sos la Luna que conquistaría cuantas veces su atracción sea más intrigante que la desolación de una noche de pasión, de una lujuria sin freno y tensión. Me detendría a susurrarle a cada célula suya lo bien que me hace, la inspiración que me pretende es una suprema gracia que reposo cada madrugada al hacerla reír, muy cordial como al despertar, entrelazados bajo el aroma a café tostado. No entiendo a los mortales, ese lenguaje limitado es un fiasco, porque no tienen el poder de cambiar la pseudociencia, esa creencia limitada a una relación metafísica, para mí es una doctrina que no posee valor ni energía. Tantos perdidos en las galaxias de sus ojos y sos perdida en los lunares de mi piel como cada anochecer, mientras el Sol reposa y tú, hermosa mujer, cambias turno poniendo en alquiler tu futuro a mi lado, descalzos entre lo azul del paisaje, todos duermen, yo le hago honor a mi investigación poniéndote a pensar en otros lugares, mientras soy astronauta de tus lunares.

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~Samantha Muñiz Hernàndez, 2016.

ROMPER EL HECHIZO – SAMANTHA MUÑIZ HERNÀNDEZ [COLABORADORAS DISLÈXICAS]

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Imagen: Eussebio R.M. ©

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Y aquella dama pudo romper el hechizo, ese prejuicio de un vil delirio. Rompió cadenas, rompió agonías, rompió las trizas de una cruel mentira. Transformó sonrisas y coloreó los días. Un misterio aquella dama, una dicha siquiera verla, una cortesía tenerla, un enigma comprenderla, describirla mil eternidades conlleva. La sutileza es su arma mortal, es impresionante su forma de hablar, su ideología te pone a pensar, tan complicada pero audaz a la par, una combinación que te hace temblar, te causa una sensación de bienestar con sus palabras fuera de lugar. Tan segura, tan extraña, tan elocuente, tan imponente, tan interesante, tan transparente sin descansar su mente, su inconsciente podía ser el lugar donde nacieran nuevos sueños, nuevos paradigmas, otros mil descubrimientos y unos cientos de analogías. El cielo se alegraba en cuanto ella despertaba, pues sabía que su Tierra ella siempre cuidaba, como si fuese su talento ese de romper hechizos con genuino encanto.

Su vida era así; sonreír y sonreír sin fin. Típico de ella, risueña y atenta, sobre todo contenta. Se dedicaba a sonreír, sin prisa ni instrucción, más bien por intuición. De pronto, su rutina cambió, trató de sonreír y se queda casi a medio morir, pues sus ojos encontraron a un hombre que casi le explota el corazón, la deja sin respiración y le secuestra la razón incluso antes de entablar una conversación. Tenía mucho de raro, mucho de extraño que ella sintiera algo sin previo halago, pareciera que enloqueciera en cuestión de un rato. Se tranquilizó, su rutina reanudó aunque trabajos le costó. Ese hombre se percató del desdén que en ella provocó, sin dudarlo caminó hacia la mujer que cautivó. Charlaron un par de horas, después se trasladaron a las olas y bebieron un poco de vino en un par de copas, disfrutando del Sol a orillas del mar, bebiendo licor y sintiendo el amor. Tan de repente, sin antecedente. Sólo bastó una mirada sin protocolo existente, algo parecido a un romanticismo único y valiente, pues nadie había logrado una impresión así en la vida de esa virtuosa mujer, y menos un hombre como aquel, teniendo millones de defectos como las arena en el desierto. Esclavo del pasado, atormentado por los errores del ayer, desahuciado por las noches de alquiler, casi sin remedio ni poderle resolver, con un rostro desvelado y una sonrisa rota, el espíritu apagado y una fuerte dosis de melancolía en las venas. Decaído, atarantado, al borde del suicidio, a punto de realizar un homicidio a sangre fría; así del precipicio, con tan pocos indicios y demasiados castigos, dejando su vida a la suerte divina, con un síntoma de que en él algo moría; la más trágica y cruel de sus mentiras, el motivo de su culposa desgracia. Él se daba por vencido, ya no encontraba cura para ese corazón partido, sin embargo, disfrutó con gozo supremo el ver a la mujer de sus ojos una vez más al lado suyo, robando el amanecer de una noche sin igual, sólo ese gozo único e indescriptible le quedaba, esa memoria encontrada de una chica que le conquistó el alma. Entonces, la dama sutil rompió el hechizo, ella que emana poesía en cada palabra suya, cambió su mayor encanto por miradas intensas, desafiantes, de esas que te envuelven entre pupila y pupila, que segregan cada herida y sellan las cicatrices, como si fuese magia durante una madrugada de insomnio, de esa que te descansa hasta dejarte dormido, con sensación de alivio y una respuesta al grito de auxilio, como un exilio a su delirio, demostrando la misericordia o quizá, la tregua más noble ante impresionante suceso, aquella chica tomó un puñado de estrellas y las roció entre los brazos de su buen amado, esperando que su piel brillara tanto como la Luna en él, sin dejar huella de que por esos brazos ella pasó sus manos, tan sonriente como un arco iris en el ambiente, tan bella esa estrella de su piel como la mismísima del Oriente. Sin algún permiso, sin siquiera mantener un compromiso escrito en papel y bolígrafo, ella le besó con una ternura digna de admiración, con toda la inocencia de una dama que jamás se enamoró hasta que al hombre conoció, estrechándolo entre su espalda y besándolo, un beso que no se olvida ni en otros labios ni en otras vidas, simplemente ella quiso mostrarle un refugio en un par de labios, en un par de versos, en unas cuantas estrofas y un largo soneto que le recitaba boca a boca, sonando a una locura que le aminoró hasta la más pequeña de sus dolencias, porque desde ese instante, el hombre se convirtió en el guardián de su corazón. Como acto final, como deleite ideal, como parte esencial ella sonrió y su hechizo destrozó, es justo aclarar que ella lo amaba de verdad, que él la amaba de verdad y que ambos se mantenían en mutua necesidad similar a la de respirar. Esa sonrisa angelical, que la hace especial y la convierte en una musa original, una princesa de la realeza, no se igualaban a castillos encantados ni a reyes disfrazados, a príncipes gallardos o sumisas damiselas, ella es elegante y auténtica, en quien su amado se complace, causando sus mejores risas y ni hablar de las sonrisas, pues desde ese día, donde él encontró la felicidad en la dama más emblemática que existe, probablemente la única que domó sus sentidos y controló sus impulsos, esa mujer que le quitó sus miedos mientras le robaba besos entre carcajadas con abrazos, ella le derramaba poesía cada noche, cada día, al anochecer o amanecer, al despertar o cuando era momento de soñar. No hubo duda, ellos dos se entendían, ambos eran signo de valentía, de que el amor todo lo pudo, todo lo puede y todo lo podría, se complementaban a la perfección, encajando una relación poco común entre la multitud.

Una cosa les podría afirmar, la sonrisa de esa dama podía acabar con guerras y curar el cáncer, cualquiera que fuese, cerebral, óseo, pulmón o de corazón. Vaya que podría curarlo.

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~Samantha Muñiz Hernández, 2016.

MAR DE LECHE, ORGASMO INFINITO – DANIEL REMIGIO [COLABORADORES DISLÉXICOS]

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Imagen: Angélica Blanco ©

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Después de tronar los dedos, comenzó mi historia.

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Leyendo a las 5:00 pm. en la biblioteca de nata, en la tercera línea del tercer párrafo, una luna doblando la esquina, con forma de vagina, me dio espacio para un vaso más, en la cesta de frutas, manzanas, uvas y papayas frescas, creyeron seducirme más y más. Pero la luna vagina, lo sabía, no podía ocultarlo, luna vagina, sácame de aquí, le dije, quiero adentrarme en tu placer, mar de leche blanca, mamá no quiso que tomara, me la untó en la barriga y después se echó a reír. Luna vagina, yo te canto en las noches, y mis dedos hacen una fogata para elevarte, ala, va, va, ala va, va, la vaca, que no quería que bebiera su leche, a la loba se le secaron las tetas. Luna vagina sácame de aquí. Cuando de pronto mis palabras ya no salían más de mis manos, se las había comido el miedo, hojeaba y hojeaba. Desaparecieron. ¿En dónde quedo, LUNA VAGINA?

A las 5:50 pm. la anciana de la estantería se había robado un perro y luego se largó en un caballo apuesto con bombín y zapatos muy lustrados. Me sentía solo, sin vigilancia, más no había más ancianos, ni cámaras tampoco, me quite mi ropa, con las nalgas al aire corrí, a través de aquella alfombra de terciopelo rojo. Mi playera voló y se metió en una escalera, se había atorado, yo no quería extrañarla, la bajé con cuidado, mira la foto que cayó de la caja de cigarros. Era una niña desnuda en un mar de chocolate, mis bolitas habían cumplido 12 años. Dejé los 23 atrás y me batí de chocolate, buscando a la niña color melón, entre el mar cocoa que me llegaba al ombligo, la busqué y la busqué y cuando volteé, mi verguita se había topado con las achocolatadas nalguitas de oro de la niña color melón. Las movía suavecito y me entusiasmaba más y más; se levantó y tomó mis manos, las metió en la falda de mi prima. Yo le ensuciaba su tanga, con chocolate, su lengua, buscaba la mía en mi boca, bajaba por la garganta hasta que tropezó, azotó en la alfombra de terciopelo rojo. Ay, Dios, ¿dónde estoy?,  me dije, ¿dónde quedó la foto de la niña color melón?

Las 6:00 pm. y no estabas tú, me asomaba por debajo de las estanterías llenas de libros cafés, buscaba mi foto, que me regaló luna vagina; vagina  me enamorabas tú, cada vez me desolabas más aún, más aún metía la mano por debajo de los pisos de los libros de bosque pino, pino, pino y tocaba la mano blanca de una extraña, ser femenino, me asuste, no puede haber nadie más aquí, me dije. Miré por el espacio entre dos libros de sexo, hombre y mujer, vi los ojos color miel, su piel se derramaba en melón. Tenía una mancha de chocolate delator. Me sonrió, tomó con su dedo el chocolate, lo saboreaba como un gato a un ratón .Toqué sus dedos de energía azul, brincaban como palomitas de  maíz, maíz en mi corazón, tic tac, tic tac, tic tac, qué era ese ruido, ella carcajeó, camino me dijo, solo es tu corazón. Me levantó, escuchó mi pecho orozuz, me dijo: estás a punto de morir, tienes un caracol en tu pulmón; déjame escucharlo, tal vez pueda sacarlo, con la percusión de mi dorado tambor, ¡pum pan, pan pum! ¡Mira, se escapa! No es un caracol, es una tarántula peluda. ¡Qué miedo! ¡atrápala, atrápala, atrápala! ¡Dale con el zapato de charol! Caracol araña, araña caracol, ¡dale fuerte, mátala de un pisotón! Jajá. ¡Corre, corre! Se metió en el estrecho de esos dos muebles oscuros, yo le dije. Ella me dijo: calla, sonido no quiero nada, se metió en  aquella cereza amarga, calla, calla, va a escuchar que tenemos corazón. Su alteza serenísima, se pone un bigote militar y botas lustradas con almidón. Decreta que te comas tu amor, con un popote verde, y escupas tus pensamientos y llenes tu cabeza de papeles con números sin sabor. Lo odia, mamá gallina, le roba su hijos, no nacidos, les roba sus nombre, se los vende a un maniquí, de la quinta avenida en Nueva York.

A las 7 4 a. 3480910 con un centésimo de la tarde, los libros del tercer librero, junto con los diarios de un libertador, formábamos una junta de consejo. Primero hablaron los libros imaginarios: La lluvia de las locas, La muerte de un huevo, Las Frutas De Don Blas. Dieron puntos muy importantes. Después, el tercer librero detalló, la minuta de la asamblea de huevos duros dictó que aplastáramos la cabeza del dictador. Se rió octubre; decía que esperáramos a diciembre, jajá, yo le dije.  La niña color melón gritó entre la mente de todos los presentes: ¡Moriremos de inanición sentimental. Nos cortarán en partes y nos meterán en diferentes lugares. Ya avancemos, dejemos a los niños llorones con su chupón! ¡Adelante, quién me apoya!, y  se levantó toda la  sesión. Ella fue a convencer a la gallina mamá, que picoteaba sus lágrimas entre el callejón de los librero uno y dos. Niña color melón. Mamá gallina la corrió. La niña color melón le quitó su paliacate. Tomó el palo de su escoba e hizo un estandarte, se reunió con los demás. ¡Vamos, ya es hora!, dijo el libro: Las frutas de Don Blas, y todos corrimos hacia las enciclopedias de un político adinerado.  Rompíamos tomo por tomo, 1, 2, 3, Cómo robar dinero con traje de banquero, Cómo perder la fe de tu nacimiento, Dios y otros amigos imaginarios. Tu nombre es sagrado, tuya es la revolución. Luna vagina me habló, los gusanos se querían meter en mis oídos. Luna vagina no me has desamparado. Mandó a las hormigas para devorarlos, yo los golpeé con un vaso. Caían los muebles oscuros, derramando la oscuridad, la negrura de la cereza; habían atrapado a la  niña color melón. ¡Nooooo!, grité con el corazón de pronto, la araña que escapó de mi zapato se convirtió en enemigo peligroso, golpeaba a los libros del tercer librero, me había quedado solo, solo, nada, nadie estaba a mi lado. ¡No te tengo miedo, grité!, con mi lengua azul refuté. ¡No te tengo miedo, no te tengo miedo! ¡Si me quieres devorar,  hazlo! ¡Qué esperas, qué esperas!, grité con mi estómago, con mis pulmones y mi garganta también. Me devoró hasta los pies, desnudo me nadaba entre un millón de tarántulas negras que caminaban por mi culo y todo mi cuerpo, pero se había ido el temor de morir, se había ido el miedo, me hallaba entre la nada, de la nata de brea. Hallé el estandarte que hizo la niña color melón, lo tomé entre mis manos  y lo prendí con el ardor de mi pasión; una antorcha  libertaria incendió todo el infinito dolor.

Y aquel fuego mis ojos cegó, mi cuerpo todo se quemó. Pero, antes que mis cenizas se diseminaran por completo, luna vagina imaginó a la niña color melón, ella tomó mi polvo corporal, luna vagina nos fundió, en un orgasmo infinito, mar de leche, ella nos perdió.

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-Eduardo Daniel Remigio Gómez, 2016.

SURREALES MUEBLES COSMOLÓGICOS – EUSSEBIO MANGUERA [ESCRITORES DISLÉXICOS]

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Imagen: E. Manguera, 2016 © 

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A Tristan Tzara
A Dadà

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1) Antes, el sol tenía un equipaje en el que los aviones consultaban el artículo «ergonomía» en la Enciclopedia Británica de la Máquina de Morel.

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2) Por dos horas el detective aspirina trató de saltar la lata de anchoas en que Dios se encontraba tomando clase.

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3) Sin embargo la cisterna adquirió perezosamente la mala fama del calamar atravesado en las delicias del tenedor.

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4) Instrucciones para hallar casualmente una moneda tirada en algún lugar inesperado:

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i. Tirar de los cabellos bajo la sopa del sauce antes de salir con un calcetín sentado.
ii. Cruzar el lente tomando jugo de bufanda en un pie.
iii. Morder la pupila.
iv. Escanciar la hoja aguada sobre una patata feliz.
v. Enjuague y repita la operación.

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5) Sin un solo dedal el aire se aburría en la plasticidad moral del silencio frito.

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6) Todas las oraciones transitan dolorosamente por el filo de una pestaña.

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-Eussebio Manguera, 2016.

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NOTA: Podrás encontrar en nuestra DISLEXIA formato impreso la traducción al francés del texto original, realizada por Xochitl Morón. Búscala en nuestro número #2, abril de 2016.